El intendente Pablo Javkin rompió el silencio y desligó a la ciudad santafesina que gobierna -y que atraviesa un delicado momento de inseguridad- de tener responsabilidad en la negativa de Ángel Di María de volver a jugar en Rosario Central. En cambio, aseguró que se trata de "un síntoma de los problemas sistémicos en el fútbol argentino", más que a "las condiciones" que existen en su localidad en relación con la violencia narco. 

"El fútbol argentino tiene muchas cosas que corregir que no hacen a Rosario, hay muchos problemas en la organización", destacó Javkin.

En declaraciones a Cadena 3, insitió: "Creo que hay muchos más problemas en la organización del fútbol argentino que en las condiciones de Rosario".

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El sueño del retorno de Di María a su ciudad natal y club de origen parece haberse truncado en medio de una creciente de preocupación y controversia por la seguridad en la zona más candente de Argentina. Tras intensas especulaciones sobre su posible regreso al equipo de sus amores, el jugador habría decidido no volver debido al temor respecto de su familia y a las amenazas recibidas.

El intendente de Rosario desestimó esa idea y llamó reflexionar colectivamente sobre las razones por las cuales las figuras del fútbol argentino, una vez que se marchan, encuentran dificultades para regresar. "Me gustaría también que miremos de forma completa qué es lo que pasa en el fútbol argentino", apuntó. 

En otro tramo de la entrevista, Javkin expresó su descontento con el estigma que se implantó sobre Rosario, producto de la violencia narco: "No me parece lógico que nos autoflagelemos creyendo que todas las decisiones tienen que ver con una cuestión puntual".

El 25 de marzo pasado, el círculo familiar del delantero de la Selección argentina y campeón mundial había recibido una intimidación: "Decile a tu hijo Ángel que a Rosario no vuelva más porque sino le cagamos matando un familiar".

"Ni (el gobernador Maximiliano) Pullaro te va a salvar. Nosotros no tiramos papelitos. Plomo y muertos tiramos", agregó la amenaza, que fue arrojada desde un auto en las inmediaciones de una vivienda de los Di María en la localidad de Santa Fe que está librando una dura batalla contra el narcotráfico y los presos vinculados a ella.